lunes, 14 de septiembre de 2015

El psicoanálisis en la postmodernidad

El psicoanálisis en la postmodernidad


¿Que ha pasado con el psicoanálisis en nuestra época postmoderna? Se ha llamado postmodernidad, como su nombre indica, a la época que sigue a la modernidad. Estas denominaciones se refieren a una manera de entender el mundo desde las ciencias, las artes y en general, que como sabemos cambia según la época. El modernismo se caracterizó por el predominio de la filosofía cartesiana, con su exigencia de claridad, certeza y orden (y en las ciencias el             )

Freud vivió en la época modernista, y su teoría, por tanto, está fuertemente influida por esa manera de ver el mundo. Pero en el siglo XX, que también es el siglo del desarrollo del psicoanálisis, se comienza a gestar una visión diferente, donde se pone en duda toda aquella certeza y claridad que era el ideal moderno; ello es particularmente evidente en las llamadas "ciencias duras", como la física, pero se observa en todas las demás, lo cual incluye al psicoanálisis. Como dije en el artículo anterior, pronto comenzaron a surgir disidencias (Adler, Jung, etc.) y aproximaciones teóricas novedosas frente a la primitiva teoría pulsional freudiana. 

Tal vez el primero en proponer una aproximación diferente haya sido Sandor Ferenczi, uno de los discípulos más amados de Freud, sobre todo en el terreno clínico. La teoría "modernista" de Freud implicaba, en la práctica clínica, una visión "objetiva" del paciente, convertido en objeto de estudio de un observador "imparcial" que era el analista. La aproximación de Ferenczi era más "relacional" entre uno y otro actor de la interacción terapéutica, e incluía el concepto de "simpatía" como factor importante en el cambio (o mejoría) que podía darse en el paciente.

La elaboración de Jung también imprime un cambio importante en la visión "terapéutica", pero para no salirnos del movimiento propiamente psicoanalítico, ciertos autores ya no personalmente implicados con Freud, comienzan a elaborar nuevas aproximaciones, sobre todo en Inglaterra. Algunas de ellas permanecen apegadas todavía a la teoría pulsional, pero otras se desentienden de esta visión, y comienzan a explorar otros terrenos, como Fairbairn, Winnicott, Bowlby o Balint.

Si la visión freudiana del paciente es descrita por algunos como una "mónada aislada y sin ventanas", estos autores comienzan a abrir ventanas y a concebir el proceso psicoanalítico, y el desarrollo infantil, de una manera diferente, donde la colaboración del analista o de los padres del niño adquieren una importancia capital. De allí en más el concepto de "contratransferencia", y en general la participación del analista en el proceso, adquiere cada vez mayor importancia en la práctica y la teoría psicoanalíticas.

Todo este movimiento renovador desemboca, ya terminando el siglo XX, en la que, a mi juicio, es la elaboración teórico-clínica de mayor importancia en la postmodernidad: la teoría "relacional" de S. Mitchell, y casi simultáneamente la "intersubjetiva" de Atwood, Stolorow y Orange. Estos autores rompen definitivamente con la teorización pulsional y "monádica" del psicoanálisis, para reemplazarla por una visión relacional, donde lo importante es la interacción entre el niño y sus cuidadores, o entre el paciente y el analista. Curiosamente, estos autores son estadounidenses, aunque esta evolución es producto de toda la evolución histórica del psicoanálisis, y sería injusto no mencionar, en América Latina, la elaboración de Madeleine y Willie Baranger, con su teoría del campo psicoanalítico. Y tanto en Argentina como en Europa, las aproximaciones "relacionales" han cobrando mucha fuerza en la actualidad, si bien no constituyen la totalidad de las teorías psicoanalíticas hoy en boga en el psicoanálisis. Sobre esto último podríamos hablar en una próxima entrega.

viernes, 4 de septiembre de 2015

Presentación

Presentación

Siendo este el primer trabajo que escribo para este blog, intentaré en primer lugar responder algunas preguntas que pueden surgirle al lector a la vista del título: ¿Por que un blog sobre psicoanálisis? ¿Y qué significa eso de Psicoanálisis actual?  

La primera pregunta puede tener una respuesta simplista: soy psicoanalista y esa es la materia que más me interesa a mí. Es verdad, pero no toda la verdad. Sobre el psicoanálisis se han tejido, desde sus mismos comienzos, multitud de tergiversaciones y malentendidos, gran parte de ellos forjados desde posturas psicológicas rivales, y resulta necesario, todavía hoy, intentar clarificar ese galimatias que oscurece para buena parte de la gente, incluidos los profesionales afines, su certera comprensión. Aunque también es cierto que algunas características propias del movimiento psicoanalítico han contribuido a este estado de cosas.

En cierto momento de su evolución, y como subproducto directo de los numerosos ataques externos y posturas disidentes contra sus teorías en su propio seno, resultó imperativo para Freud crear un movimiento muy cohesionado, uniforme y sólido que garantizara la pervivencia de su doctrina. El hecho de ser Freud judío (así como muchos de sus más tempranos discípulos) no es ajeno a esta actitud que intentaba blindar al psicoanálisis contra sus numerosos enemigos.

El más fiel y efectivo traductor de esta voluntad freudiana fue su discípulo M. Eitingon, quien fundó la estructura tripartita básica de la formación de los psicoanalistas (seminarios, supervisiones y análisis personal), que hasta hoy pervive en todos los Institutos de enseñanza de las diversas Asociaciones que existen en buena parte de los países del mundo occidental y algunos del oriental. Esto se tradujo en una uniformidad, y hasta rigidez, en la enseñanza y práctica del psicoanálisis (en todo el mundo) por muchos años.

Pero ese estado de cosas no duró mucho en realidad: por todas partes comenzaron a proliferar las llamadas "escuelas" (kleiniana, ortodoxa, "psicología del yo", francesa, inglesa, etc.), que si bien no enfrentaron abiertamente la doctrina freudiana fundamental (como sí hicieron los disidentes) introdujeron puntos de vista novedosos y creativos que enriquecieron el corpus teórico y práctico original. Resulta tentador mencionar aquí la concepción epistemológica de T. Kuhn sobre el avance de las ciencias, donde a un período de "ciencia normal" le seguiría una "revolución" donde el paradigma original es cambiado (cambio que es aceptado por la gran mayoría de científicos involucrados). Pero, aparte de la discusión sobre si el psicoanálisis es o no una ciencia, las cosas no han ocurrido así en su seno.

Pese a que la época de las "escuelas" (geográficamente delimitadas) ya ha pasado en la actualidad, una serie de autores y tendencias influyentes ha ido surgiendo (llamados, por ejemplo, neo-kleinianos, kohutianos, relacionales o intersubjetivos, etc.) que complejizan el panorama psicoanalítico en la actualidad porque sus posturas resultan, en muchos casos, contradictorias entre sí. 

¿Qué se hizo de aquella uniformidad que Eitingon logró en el movimiento psicoanalítico en sus primeros años? ¿Qué ha pasado con la primitiva teoría de Freud: sigue vigente o ha caducado?

No es fácil responder a estas preguntas, pues a pesar de la multiplicidad de posturas teóricas y prácticas de hoy, la formación psicoanalítica se sigue rigiendo por los postulados básicos iniciales, y la formación de los psicoanalistas continúa basándose hoy en los esquemas iniciales: la obra de Freud sigue siendo la más profundamente estudiada en los seminarios, la llamada técnica psicoanalítica sigue impartiéndose según los cánones clásicos, el psicoanálisis personal, llamado "didáctico", sigue ocurriendo en forma similar, y hay una serie de "normas" más o menos sacrosantas que el llamado "Superyo analítico" asegura que perduren en la mente de todos los analistas del mundo.

Me apresuro a desmentir la sospecha de que este fenómeno tuviera que ver con posturas más o menos religiosas entre los psicoanalistas. Mas allá de la persistencia de una marca, digamos "judía" (¿"israelita") en el psicoanálisis (cosa que seguramente continúa siendo igual hasta hoy), podemos considerar que tiene que ver con la genialidad de la creación freudiana, cuyas metáforas poderosas no han agotado su poder generativo hasta hoy. Siempre que se tomen, advierto, como metáforas, y no como verdades reveladas.

Pero ciertamente, ya no vivimos en el siglo XIX ni en el XX. Se ha venido a denominar a nuestra época con el calificativo de "postmodernista", y efectivamente mucho de su espíritu variopinto permea, pese a todo lo anterior, el movimiento psicoanalítico actual. Sobre todo esto, y más, pretendo seguir escribiendo, así como traer a este lugar trabajos que me parezcan interesantes, pero por hoy lo dejaremos. Continuaré esta argumentación en una próxima entrega. Los comentarios de los lectores serán, desde luego, bienvenidos y, si es el caso, respondidos.